
El cuento del viajero y los cuatro puntos cardinales
No narrado, pero sí dicho de manera resumida, será escrito el cuento, porque cada vez que se cuenta será distinto, así que nada de una forma fija y chorradas de la era informática. Los cuentos cambian y lo hacen según el momento; estéticamente, cada momento, incluso con diferencia de un segundo o menos, tiene su estética peculiar. Así que, que les den a los cienciólogos y otros cítricos lacazanes... y veamos este fantástico y genial cuento que un día me conté y tanto me gustó que luego no quería leer, sino seguir contándolo (y eso que estaba leyendo Niebla).
Primera parte
La princesa de jade enfermó y, más o menos al mismo tiempo, los pozos se secaron (cuando llovía sólo salía barro de ellos), los hornos empezaron a arder quemando casas y un aire con olor venenoso llegó a la ciudad. Llegó un viajero que dijo al emperador de jade saber el problema y era que la ciudad se había construido bloqueando una corriente de la Tierra, así que la energía no podía pasar y se volvía venenosa. La princesa era una especie de persona muy sensible a las corrientes de energía o algo así y por eso había enfermado justo antes de que los fenómenos sucedieran. Inmediatamente el emperador le ofreció al viajero la mitad de su reino si lo solucionaba, pero el viajero dijo que ni hablar, que debía dárselo entero, ¿o a caso quería que salvara sólo a la mitad de sus habitantes? El emperador accedió, pero malhumoradamente; le entregó una escolta de soldados al viajero y se fueron.
Llegaron primero al Oeste del reino y allí el viajero ordenó que levantasen una gran montaña. En la cima puso una estatua de Bai-Hu, el tigre guardián del Oeste, abrió los ojos y la boca de la estatua con su bastón y se oyó un rugido que resonó en todo el reino, como el de un enorme tigre. Fueron luego al Este y mandó que cavaran un gran lago, en el centro del cual puso una estatua de Shen-Long, el dragón, abrió también los ojos y la boca a la estatua y en el lago empezó a agitarse una corriente, como si fuera un dragón gigante que estuviera allí. Fueron después al Norte y plantaron un gran bosque, tomando árboles de todas partes del reino y cambiándolos por semillas; el viajero repitió el proceso al pie del árbol más grande con la estatua de la tortuga del Norte y la tierra se agitó bajo sus pies, tal como si una tortuga enorme estuviera caminando. Al final llegaron al Sur, donde debían quemarlo todo y crear una gran llanura, pero allí estaban muchos campesinos con sus cultivos y no querían irse. Un soldado amenazó a los campesinos con castigarlos si desobedecían al emperador, pero el viajero pidió hablar a solas con los campesinos. Al día siguiente volvió, diciendo que los campesinos habían aceptado y se habían marchado, así que lo quemaron todo y, en el centro de la llanura, el viajero plantó la estatua de Su-Zue, el fénix guardián de Sur, abrió sus ojos y su boca y un viento batió como loco y la temperatura subió, tal como si viniera el fénix batiendo sus alas. Cuando el viento cesó, nuevamente se oyó el rugido del tigre del Oeste, luego se agitaron las aguas del lago del dragón del Este, la tierra tembló en el bosque de la tortuga del Norte y, finalmente, un nuevo soplo huracanado de aire caliente llegó desde el Sur. La corriente de aire inundó la ciudad, llevándose el aire venenoso y apagando los fuegos, que ya no ardieron como locos; luego llovió y de los pozos no salió barro, sino agua limpia, y la princesa se curó.
De vuelta en el palacio, el viajero pidió su recompensa, pero el emperador de jade hizo como que nunca le había prometido tal cosa y lo echó como a un mendigo zarrapastroso. Esto lo veía venir el viajero, ya que lo que había hablado con los campesinos en secreto había sido que no se preocuparan por ese emperador tirano, pues si lo seguían a él, él los llevaría a nuevas y mejores tierras en un lugar donde no se bloquearan las corrientes de la Tierra. Así fue que, al día siguiente, no sólo los campesinos, sino prácticamente todos los habitantes del reino, se habían marchado con el viajero a fundar una nueva ciudad donde nadie sería un tirano.
Segunda parte
Viendo esto el emperador, fue con sus soldados a ver al viajero (ahora rey de la nueva ciudad) y le ordenó que le devolviera a sus súbditos. El viajero le dijo que, sin él, las corrientes venenosas volverían al reino, pero que había otra solución: la enfermedad de la princesa era lo que había llamado al aire venenoso, así que el emperador tenía que matar a la princesa para apaciguar a los dioses guardianes y, como prueba de que la había matado, debía venir nuevamente a la ciudad del viajero con la cabeza de su hija. Así lo hizo el emperador, mostrándole la cabeza al viajero para que viera que era de la princesa, tras lo que el viajero le dijo:
“¿Cómo esperas que nadie te siga si eres codicioso, mentiroso y además estás dispuesto incluso a matar a tu hija a cambio de gobernar? Yo llegué a tu reino y no te pedí nada por salvarlo, tú me ofreciste inmediatamente la mitad de él como si fuera tuyo. Luego prometiste dármelo todo en justicia y faltaste a tu palabra. Ahora vienes con la cabeza de tu hija muerta. Todo ello prueba que no mereces ser emperador”.
El emperador se dio cuenta de lo que había hecho y se puso muy triste, de modo que el viajero le dijo qué debía hacer. Debía partir de viaje solo y sin dinero, buscando el conocimiento de la naturaleza. Una vez fuera lo suficientemente sabio, la gente lo seguiría espontáneamente, como le había pasado al viajero, y podría convertirse de nuevo en emperador.
~by SkS~
